La arquitectura ecléctica del Palacete Fassardi: un monumento a la sofisticación de Asunción
Por Santiago Cuenca
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En la ciudad de Asunción, a la sombra de la calle Estrella, casi en su cruce con Montevideo, se alza una joya arquitectónica que susurra historias de opulencia y sofisticación: el Palacete Fassardi.
Un monumento que no solo desafía el paso del tiempo, sino que, con su imponente figura, rinde homenaje a las grandes tradiciones del arte arquitectónico europeo de finales del siglo XIX y principios del siglo XX.
El Palacete Fassardi es un claro exponente de la arquitectura ecléctica, un estilo que no se limita a un solo lenguaje visual, sino que recoge lo mejor de diversas épocas y corrientes.
Su fachada, cargada de simbolismo y ornamentación, es una mezcla de Neoclasicismo, Academicismo europeo y Secesión Vienesa, una serie de detalles que parecen ser susurros de un pasado de grandeza de diseño.
La fachada se presenta con una disposición simétrica tripartita, un diseño que habla de equilibrio y armonía. Con una precisión casi matemática, se observa cómo la verticalidad se impone en cada rincón, gracias a las pilastras y columnas adosadas que separan las distintas secciones del edificio.
Las columnas se alzan hacia el cielo, coronadas por copones que parecen querer alcanzar el infinito.
Un tributo real a la arquitectura neoclásica
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Cada rincón de la fachada, desde el basamento hasta el remate, es una lección de estilo. Las decoraciones talladas, que se extienden como delicadas cortinas a lo largo de las ventanas y puertas, son un tributo real al Neoclásico.
Aquí, las guirnaldas de hojas de laurel cuelgan con suavidad, como si quisieran envolver el edificio en un abrazo vegetal, representando a la victoria.
Las puertas de madera maciza, con intrincados trabajos de tallado, no solo protegen el interior, sino que invitan a un mundo de detalles geométricos y motivos florales, con pequeñas rejillas metálicas que se integran con una elegancia insospechada.
El balcón central en el segundo nivel se erige como el corazón del edificio. Con su barandilla de balaustres, este espacio no solo añade una capa de jerarquía, sino que marca un eje central, una línea invisible que divide el edificio en dos mitades perfectas.
La barandilla se ve acompañada por un pequeño friso decorado que le da un toque de refinamiento, reflejando la sobriedad y el gusto por lo sublime que reinaban en esa época.
El Palacete Fassardi no es solo una mezcla de estilos, es la encarnación de su tiempo. El Neoclásico le otorga su simetría y su toque de grandeza, las influencias del Barroco tardío y el Rococó le infunden un dinamismo visual a través de molduras y decoraciones florales, mientras que el Estilo Beaux-Arts le da ese aire de grandiosidad, con formas clásicas y una ornamentación exuberante, digna de las residencias más prestigiosas de la época.
Hoy, el Palacete Fassardi se mantiene erguido como un testimonio palpable de la alta burguesía asuncena de principios del siglo XX.
Es una oda al lujo, un recordatorio de un tiempo en el que las edificaciones no solo se erigían como refugios, sino como símbolos de estatus y sofisticación.
Una amalgama de formas que celebran la belleza y la riqueza visual, un carnaval arquitectónico que, a través de sus formas y sus detalles, sigue siendo el reflejo de la alta sociedad que una vez soñó con dejar su huella en la ciudad.